viernes, 10 de junio de 2011

El Agua; un regalo de las estrellas.



Aunque ya sabemos que el agua está presente no solamente en nuestro planeta, esta noticia de seguro a muchos les causará una gran impresión. Pero lo cierto es que el agua, esa fuente de la vida tal como la conocemos, esta ampliamente presente en nuestro sistema solar, desde cometas, pasando por varias lunas formadas sobretodo por hielo y terminando por cierto en las grandes concentraciones de este elemento tanto en Marte como en nuestro azul planeta, que hoy se cubre en mas de 70% por ella.

No debemos olvidar que hoy en día, se considera que la mayor parte del agua que ahora llena nuestra biosfera posiblemente nos llego a través de numerosos impactos cometarios, cataclismos momentáneos pero que dejaron tras de si una rica herencia en forma de agua y compuestos orgánicos y que formaron sin lugar a dudas, la base de la vida.

Pero si miramos hacia atrás, ¿cómo llega el agua hasta el caliente disco de materia a partir del cual nacerán posteriormente planetas? La respuesta, quizás se encuentre en un sistema estelar aún en plena formación, llamado NGC 1333-IRAS 4B y situado a unos 1000 Años-luz de la Tierra. Sumergida en la burbuja de gas y polvo que le ha visto nacer, esta estrella aún está en pleno proceso de creación, hasta tal punto que no podemos saber cómo será finalmente.

Ahora mismo es mucho más pequeña que el Sol pero sigue creciendo como un embrión en plena gestación. Lo interesante, es el disco de materia muy caliente que se está formando alrededor del astro aún no nacido y que podría ser el paso previo al nacimiento de un nuevo sistema planetario.

Hoy, se ha detectado que desde la nube que rodea a IRAS 4B está “lloviendo” sobre el disco una gran cantidad de agua en forma de hielo, al llegar a él se evapora y se distribuye como vapor de agua, en una cantidad que es ahora mismo 5 veces toda la que existe en los oceános terrestres. Se cree que cuando hayan nacido los nuevos planetas este vapor volverá a congelarse en forma de cometas y asteroides, que son precisamente los que llevaron el agua a mundos como la Tierra.

Así pues, este astro podría ser una maravillosa muestra de lo sucedido en nuestro propio sistema solar hace 4500 Millones de años, quizás, estamos presenciando la llegada del suministro de agua de algún futuro sistema solar. Tal vez observando algo bastante similar a lo que fue nuestro sistema solar a esa misma edad.

Lo importante y concluyente de todo esto es que claramente, el agua que forma ríos, lagos, mares, oceános y la misma vida llegó a nosotros como un regalo de las estrellas.

domingo, 5 de junio de 2011

Un archipielago Cósmico; El Cúmulo de Hércules.



Estas galaxias son del Cúmulo de Hércules, un archipielago de universos isla a unos 500 millones de años luz.
También conocido como Abell 2151, este cúmulo está cargado de galaxias espirales y estrellas en formación ricas en gas y polvo pero tiene relativamente pocas galaxias elípticas con falta de gas y polvo y sus asociadas estrellas en nacimiento.

Los colores en esta impresionante composición claramente muestran la formación de galaxias con un tinte azul y galaxias con poblaciones de estrellas viejas, con tonos amarillos.

La fotografía abarca unos 30 minutos de arco cielo a lo largo del centro del cúmulo, correspondiente a unos 6 millones de años luz de distancia a la distancia a la que se estima que está.

En la vista cósmica parece que muchas galaxias están colisionando o uniéndose mientras que otras parecen distorsionadas - una evidencia muy significativa de que los cúmulos galácticos interactúan normalmente.

De hecho, el cúmulo de Hércules como tal puede verse como el resultado de la unión de pequeños cúmulos de galaxias, y se cree que pueda haber otros cúmulos jóvenes en el Universo más lejano y temprano.

Campo de geometrias sobre Wyoming



Si viajes varios kilómetros por la principal autopista que cruza Wyoming, puede que veas algo inusual.

En particular, cerca de Buford (Wyoming , USA) te toparías con el geométrico Monumento Ames, visible aquí a la derecha, que se construyó para conmemorar a los que financiaron el histórico ferrocarril transcontinental a lo largo de América del Norte.

El espectacular mosaico de gran angular que vemos arriba, sin embargo, ha capturado otras formas geométricas, muchas de ellas mucho más lejanas.

A la izquierda, por ejemplo, vemos un halo lunar rodeado por la corona lunar que rodea a su vez a la Luna que cae hacia el horizonte.

A la derecha, sin embargo, vemos el arco de la banda central de nuestra Galaxia Vía Láctea que rodea la estructura piramidal.

A la derecha e iluminando el horizonte del monumento se encuentran las luces de Cheyenne .

La colección de imagenes que se han usado para crear esta composición de 360 grados se tomaron durante una única noche el mes pasado.

Aun así, la unión de todas ellas digitalmente llevó mucho más tiempo, para poder unir bien zonas de cielo y tierra.

¿ Podrías identificar alguna?

La paradoja del Joven Sol Tenue aún no resuelta.



El año pasado, los científicos afirmaron haber resuelto la paradoja del joven Sol tenue. Estaban equivocados. Ahora la paradoja ha vuelto y es más desconcertante que nunca.

El agua líquida ha fluido en la Tierra durante unos 3800 millones de años, desde no mucho después de que el planeta se formase. Las pruebas proceden de rocas que datan ese periodo, las cuales parecen haberse formado bajo la acción del agua.

Pero esto presenta a paleontólogos y geólogos un problema. En esa época, el Sol era aproximadamente un 30% más tenue de lo que es ahora, y no habría proporcionado suficiente calor para mantener agua líquida en la superficie.

Esto es lo que se conoce como paradoja del joven Sol tenue y ha desconcertado a los científicos desde la década de 1970, cuando loa señalaron por primera vez los astrónomos. Pero en realidad no preocupaba a nadie. La solución obvia era que la Tierra estaba más caliente debido a que reflejaba menos calor del Sol, tenía un albedo menor, o que era víctima de un efecto invernadero desbocado. Una de estas teorías debe ser la correcta, pero nadie sabía cuál.

Pero el año pasado, un grupo de investigadores afirmaron haber resuelto la paradoja. Dijeron que la composición de las rocas de esa época excluía la posibilidad de que la atmósfera fuese rica en gases invernadero tales como metano o dióxido de carbono.

En lugar de eso, la Tierra tuvo que tener un albedo menor y, por tanto, tuvo que haber absorbido más calor del Sol de lo que hace hoy. El menor albedo, defienden, fue el resultado de menos partículas biológicas en la atmósfera. Éstas hacen de núcleo para la formación de gotitas. Por lo que sin ellas habría menos nubes y menos luz solar reflejada al espacio.

Estos chicos publicaron su solución en Nature y se pensaba que el problema estaba resuelto.

Pero hoy, Colin Goldlatt y Kevin Zahnle del Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field reinician la controversia.

Han revisado de nuevo este problema y estudiado el efecto de tener menos nubes. Dicen que sea cual sea la forma en la que hagas los cálculos, esto no podría haber hecho que la Tierra estuviese lo bastante caliente como para permitir la existencia de agua líquida.

Las nubes tienen dos efectos. En general, las nubes altas atrapan el calor, mientras que las bajas lo reflejan. “Por tanto el límite superior absoluto del calentamiento disminuyendo la reflectividad de las nubes se encontraría eliminando por completo las nubes bajas”, comenta.

Cuando haces eso en un modelo por ordenador del clima de los inicios de la Tierra, no obtienes más que la mitad del calentamiento necesario para mantener agua líquida en la superficie.

“Demostramos que, incluso con las suposiciones más fuertes posibles, reducir las nubes y el albedo superficial se queda corto por un factor de dos para resolver la paradoja”, dicen Goldlatt y Zahnle.

Por lo que la paradoja aún está sana y salva; y más desconcertante que nunca. El año pasado se descubrió que un efecto invernadero no puede explicar la paradoja. Ahora sabemos que un albedo menor tampoco conseguiría ese efecto.

Por lo que estamos de nuevo en la carrera por resolver de una vez por todas este problema. Poneos vuestras gorras de pensar

Algunas estrellas “disparan” balas de agua.



Las primera etapas de la joven estrella L1448-MM se caracterizan por la presencia de “chorros” de gas molecular con vapor de agua que se alejan de la protoestrella. Así lo reflejan los resultados de un estudio, en el que participan dos investigadores españoles, presentado en el congreso internacional “El Universo Molecular” que se celebra esta semana en Toledo.
Localizado en la constelación de Perseo, a una distancia de 750 años luz, se encuentra el objeto L1448-MM, una joven estrella de tipo solar en proceso de formación. Estas primeras etapas en la vida de una estrella se caracterizan por la presencia de “vientos” o “chorros” bipolares de gas molecular que se alejan de la protoestrella.
La presencia de vapor de agua y su localización en estos chorros bipolares era muy poco conocida. Gracias al instrumento HIFI, a bordo del telescopio espacial Herschel, no sólo se han descubierto grandes cantidades de vapor agua en la vecindad de esta protoestrella, sino que se ha constatado que el gas se aleja de ella a velocidades muy elevadas.


Por un lado, las condiciones son tan favorables que, en proporción, cada pocos años se forma el equivalente a mil océanos terrestres -100 millones de veces la cantidad de agua del río Amazonas cada segundo-. Por otro, lo normal sería que, en un entorno en el que el gas es sometido a energéticas ondas de choque -causadas por la interacción del material circunestelar y el gas que se aleja de la estrella a gran velocidad- las moléculas de agua se destruyeran con facilidad. Pero es ese mismo entorno de alta temperatura y densidad el que, al parecer, facilita su rápida formación y provoca que estas “balas” de vapor agua se muevan a velocidades superiores a los 200.000 kilómetros por hora.
Tal y como afirma Rafael Bachilller, investigador del Observatorio Astronómico Nacional (OAN) y miembro del equipo de investigación, "han pasado casi veinte años desde que descubrimos estos proyectiles. Las observaciones de agua desde el espacio nos permiten ahora realizar un nuevo diagnostico físico-químico de estos objetos extraordinarios."
El agua es una de las moléculas que enfrían el gas, haciendo que baje su temperatura, lo que permite que la estrella joven siga creciendo. Estas observaciones han hecho posible que los investigadores exploren las fases más energéticas de la formación de estrellas de baja masa, una información que nos ayudará a saber más sobre cómo se formó nuestro propio Sol.