domingo, 5 de junio de 2011

La paradoja del Joven Sol Tenue aún no resuelta.



El año pasado, los científicos afirmaron haber resuelto la paradoja del joven Sol tenue. Estaban equivocados. Ahora la paradoja ha vuelto y es más desconcertante que nunca.

El agua líquida ha fluido en la Tierra durante unos 3800 millones de años, desde no mucho después de que el planeta se formase. Las pruebas proceden de rocas que datan ese periodo, las cuales parecen haberse formado bajo la acción del agua.

Pero esto presenta a paleontólogos y geólogos un problema. En esa época, el Sol era aproximadamente un 30% más tenue de lo que es ahora, y no habría proporcionado suficiente calor para mantener agua líquida en la superficie.

Esto es lo que se conoce como paradoja del joven Sol tenue y ha desconcertado a los científicos desde la década de 1970, cuando loa señalaron por primera vez los astrónomos. Pero en realidad no preocupaba a nadie. La solución obvia era que la Tierra estaba más caliente debido a que reflejaba menos calor del Sol, tenía un albedo menor, o que era víctima de un efecto invernadero desbocado. Una de estas teorías debe ser la correcta, pero nadie sabía cuál.

Pero el año pasado, un grupo de investigadores afirmaron haber resuelto la paradoja. Dijeron que la composición de las rocas de esa época excluía la posibilidad de que la atmósfera fuese rica en gases invernadero tales como metano o dióxido de carbono.

En lugar de eso, la Tierra tuvo que tener un albedo menor y, por tanto, tuvo que haber absorbido más calor del Sol de lo que hace hoy. El menor albedo, defienden, fue el resultado de menos partículas biológicas en la atmósfera. Éstas hacen de núcleo para la formación de gotitas. Por lo que sin ellas habría menos nubes y menos luz solar reflejada al espacio.

Estos chicos publicaron su solución en Nature y se pensaba que el problema estaba resuelto.

Pero hoy, Colin Goldlatt y Kevin Zahnle del Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field reinician la controversia.

Han revisado de nuevo este problema y estudiado el efecto de tener menos nubes. Dicen que sea cual sea la forma en la que hagas los cálculos, esto no podría haber hecho que la Tierra estuviese lo bastante caliente como para permitir la existencia de agua líquida.

Las nubes tienen dos efectos. En general, las nubes altas atrapan el calor, mientras que las bajas lo reflejan. “Por tanto el límite superior absoluto del calentamiento disminuyendo la reflectividad de las nubes se encontraría eliminando por completo las nubes bajas”, comenta.

Cuando haces eso en un modelo por ordenador del clima de los inicios de la Tierra, no obtienes más que la mitad del calentamiento necesario para mantener agua líquida en la superficie.

“Demostramos que, incluso con las suposiciones más fuertes posibles, reducir las nubes y el albedo superficial se queda corto por un factor de dos para resolver la paradoja”, dicen Goldlatt y Zahnle.

Por lo que la paradoja aún está sana y salva; y más desconcertante que nunca. El año pasado se descubrió que un efecto invernadero no puede explicar la paradoja. Ahora sabemos que un albedo menor tampoco conseguiría ese efecto.

Por lo que estamos de nuevo en la carrera por resolver de una vez por todas este problema. Poneos vuestras gorras de pensar

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