El esfuerzo conjunto de “ciudadanos científicos” (voluntarios) y astrónomos profesionales ha llevado a descubrir el primer caso declarado de un planeta que orbita dos soles gemelos que, a su vez, son orbitados por una lejana pareja de estrellas.
Impulsado por los voluntarios a través de la web Planethunters.org, un equipo internacional de astrónomos, liderado por la Universidad de Yale, ha identificado y confirmado el descubrimiento del fenómeno, bautizado como “planeta circumbinario en un sistema de cuatro estrellas”.
De acuerdo con los investigadores, solo se conocen solo seis planetas que orbiten dos estrellas, y ninguna de ellas se encuentra acompañada de otras estrellas compañeras lejanas orbitándolas.
“Los planetas circumbinarios son los casos extremos en la formación planetaria”, afirma Meg Schwamb de Yale, autor principal de un artículo sobre este sistema presentado el pasado 15 de octubre en el encuentro anual de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Americana de Astronomía en Reno, Nevada. “El descubrimiento de estos sistemas nos obliga a empezar de cero para entender cómo pueden aparecer y evolucionar estos planetas en entornos cambiantes tan exigentes”.
Apodado PH1, el planeta fue identificado inicialmente por “ciudadanos científicos” (voluntarios) en Planet Hunters, un programa dirigido por Yale que permite al público revisar los datos astronómicos correspondientes al satélite Kepler de la NASA en busca de planetas. Este es el primer planeta confirmado del proyecto.
Los voluntarios Kian Jek de San Francisco, California, y Robert Gagliano de Cottonwood, Arizona, detectaron una tenue disminución en la luz de las estrellas madre al pasar el planeta por delante de ellas, un método ampliamente utilizado en la búsqueda de planetas extrasolares. Schwamb, un investigador postdoctoral de Yale, lideró al equipo de astrónomos profesionales que confirmaron el descubrimiento y caracterizaron el planeta, siguiendo las observaciones desde los telescopios Keck en Manua Kea, Hawáii. PH1 es un gigante gaseoso con un radio de aproximadamente 6,2 veces el de la Tierra, un poco más grande que Neptuno.
“Planet Hunters es un proyecto simbiótico, fusionando la capacidad de descubrimiento que aporta la gente, con las conclusiones finales de un equipo de astrónomos”, afirma Debra Fischer, profesora de astronomía en Yale y experta planetaria que ayudó al lanzamiento de Planet Hunters en 2010. “Este sistema único no podría llevarse a cabo sin la agudeza visual de la gente”.
PH1 orbita alrededor de un par de estrellas, de 1,5 y 0,41 masas solares, que se eclipsan mutuamente con una órbita de 20 días. El planeta gira alrededor de sus estrellas principales aproximadamente cada 138 días. Más allá de la órbita del planeta, a unas 1000 AU (Unidades Astronómicas – casi 1000 veces la distancia entre la Tierra y el Sol), hay un segundo par de estrellas orbitando alrededor del sistema planetario.
“Las miles de personas que participan en Planet Hunters están realizando una labor muy valiosa”, indica el coautor Jerome Orosz, quien consiguió su doctorado en Yale en 1996 y es ahora profesor adjunto de astronomía en la Universidad Estatal de San Diego. “Muchas de las técnicas automáticas utilizadas para encontrar señales interesantes en los datos de Kepler no siempre funcionan con la eficiencia que nos gustaría. El duro trabajo de los Buscadores de Planetas (Planet Hunters), ayuda a asegurar que los descubrimientos importantes no caen en el olvido”.
Gagliano, uno de los dos “ciudadanos científicos” que han intervenido en el descubrimiento comentaba que estaba “absolutamente eufórico al detectar el ligero descenso en la curva de luminosidad de las estrellas binarias a través del telescopio Kepler, la señal de un nuevo y potencial planeta circumbinario (‘Tatooine’).
Y continuaba, “Es un gran honor ser un Buscador de Planetas (Planet Hunter), “ciudadano científico”, y trabajar mano a mano con astrónomos profesionales, contribuyendo de forma real con la ciencia”.
Jek expresaba entusiasmo con las posibilidades del descubrimiento: “Me sigo sorprendiendo de cómo podemos detectar y acumular tanta información sobre otro planeta que está a miles de años luz solo estudiando la luz de su estrella de referencia”.
Artículo publicado el 16 de octubre de 2012 en Astrobiology Magazine.
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